La planificación financiera es la base de la salud de tus finanzas personales o familiares. Se trata de tu plan de vida:
- Qué quieres lograr; y
- Cuándo quieres lograrlo.
La planificación financiera incluye:
- los estudios superiores de tus hijos;
- el adelanto en el pago de tu hipoteca;
- la casa de tus sueños; y
- tu jubilación.
Por lo tanto, cuando diseñas tu planificación financiera, necesitas objetivos definidos y tiempos concretos. No es lo mismo «quiero ser millonario» que «quiero dejar de trabajar a los 50 años y tener una jubilación de 2000€ libres al mes».
Metas claras y temporalidad definida. Sin estos ingredientes no hay planificación financiera.
Y ¿por qué necesitas un plan? Para no ir por la vida como pollo sin cabeza.
Si caminas sin un mapa por un terreno desconocido, lo más probable es que des vueltas en círculo, te pierdas o te hagas daño. Si tienes un mapa en la mano, llegarás a tu destino sin contratiempos y disfrutando el paisaje.
La planificación financiera es tu mapa; es la hoja de ruta que te lleva a tus objetivos: cambiar de coche, pagar la hipoteca de la casa, contar con el dinero suficiente para la educación de tus hijos o tener una pensión digna para tu jubilación.
Además, con un mapa tienes libertad: tú decides qué camino tomar analizando tus opciones y no eres víctima de las circunstancias por desconocimiento. Con la planificación financiera: te adueñas de tu vida, haces realidad tus sueños y tienes más certezas para tu futuro.
El circuito del dinero marca tu planificación financiera
La planificación financiera es tuya, como un traje a medida. Sin embargo, para diseñarla necesitas entender las reglas del juego, o sea, el circuito del dinero.
El circuito del dinero se refiere a qué haces con tu ahorro. Puedes tomar dos caminos: ir como prestatario o como propietario.
Supón que necesitas ahorrar y depositas tu dinero en una entidad depositaria. La entidad lo deposita en gestoras patrimoniales y estas a su vez, en los mercados financieros.
Tú → Entidad depositaria → Gestoras patrimoniales → Mercados financieros
- Si vas como prestatario: tu horizonte temporal es de corto plazo (de uno a tres años). Los mercados financieros pueden obtener un 12 % sobre tu dinero: las gestoras patrimoniales se quedan con el 1 %; la entidad depositaria, con el 10 %, y tú obtienes el 1 %.
- Si vas como propietario: tu horizonte temporal es de largo plazo (10 años o más). El 12 % que obtienen los mercados financieros se distribuyen de forma diferente: un 1 % queda en manos de la entidad depositaria; otro 1 %, en las gestoras patrimoniales, y tú ganas el 10 %. Aumenta tu rentabilidad.
Esto quiere decir que:
- La rentabilidad de tu dinero varía según tu horizonte temporal.
- Es un error invertir en productos de corto plazo cuando tienes objetivos de largo plazo o al revés.
- No todas las inversiones son iguales.
- Necesitas definir tus objetivos financieros.
- Cumplir tus objetivos financieros depende de su temporalidad.
De esta manera, el circuito del dinero puede ser una dieta baja en nutrientes o un multivitamínico.
- Si eliges invertir en el corto plazo, pero tu objetivo es a largo plazo, es una dieta baja en nutrientes. Afecta tu salud financiera.
- Si eliges invertir en el largo plazo y tu objetivo tiene el mismo horizonte temporal, es un multivitamínico. Tu salud financiera se fortalece.
Sabiendo esto, puedes diseñar tu planificación financiera personal. Pero antes ten presente que:
- En el corto plazo, buscas garantía.
- En el largo plazo, necesitas seguridad y rentabilidad.
Si estás buscando un profesional que te guie para diseñar tu planificación financiera, lee: 10 consejos para elegir un consultor de finanzas personales.
¿Cómo hacer una planificación financiera que funcione, sin ser experto matemático?
- Empieza definiendo qué quieres lograr y cuándo. Plantea tus objetivos.
Por ejemplo: quiero jubilarme a los 50 años y tener para mi jubilación un complemento a mi pensión de 2000€ libres al mes.
- Organiza tus objetivos según su horizonte temporal: cuáles son tus objetivos de corto plazo; cuáles, los de medio plazo, y cuáles, los de largo plazo.
Por ejemplo:
- Objetivo de corto plazo: tus próximas vacaciones, el fondo de emergencia, la boda que vas a organizar para el año que viene.
Es decir, se trata de cualquier gasto que vas a tener en un periodo de 1 a 3 años. - Objetivo de medio plazo: la educación de tus hijos, acortar la hipoteca, crear tu propia empresa.
Es decir, se trata de los gastos o compromisos que vas a tener a más de 5 años vista. - Objetivo de largo plazo: la casa de tus sueños o tu jubilación.
Es decir, los gastos o compromisos en un horizonte temporal que supera los 10 años.
- Ahora, analiza tu situación económica actual: qué deudas tienes, cuáles son tus gastos, cuál es tu ahorro y cuáles son tus ingresos.
- Continúa: diseña tu presupuesto. Si no sabes cómo hacer un presupuesto personal o familiar, o quieres asegurarte de hacerlo aún mejor, sigue el paso a paso para hacer un presupuesto efectivo.
- Una vez definas tu presupuesto y destines parte del dinero al ahorro y la inversión, escoge los objetivos financieros más relevantes para ti y tu familia.
- Teniendo en cuenta el circuito del dinero, escoge los productos de ahorro e inversión que benefician tus objetivos financieros.
Si quieres más información sobre cómo escoger un producto financiero para que tu dinero rente, lee las 7 claves para no perder tu dinero.
De esta manera, tienes una planificación financiera a tu medida que se convierte en el trampolín para alcanzar tus objetivos.
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Importante: la clave de la planificación financiera es proteger tu presente y diseñar tu futuro.
Proteges el presente con:
- un fondo de emergencias; y
- un seguro de vida.
Aseguras tu futuro con:
- tu plan de jubilación.
Es un error pensar en la jubilación cuando ya estamos cerca de la edad para jubilarnos. Si lo haces, no ahorras dinero suficiente porque no tienes el tiempo. Para tener una jubilación acorde al estilo de vida que quieres, diséñala desde hoy.
Mereces un retiro libre y tranquilo.
Para el ahorro de tu jubilación necesitas dominar dos conceptos:
- renta variable; e
- interés compuesto.
La renta variable es una inversión en la que la recuperación del capital invertido y su rentabilidad no están garantizadas ni las conoces de antemano.
Pese a su riesgo, en el largo plazo pueden significar una inversión para ti. La clave para conseguir seguridad en una inversión es que cumpla los tres principios de una inversión correcta: diversificar, promediar y cumplir periodos superiores a 10 años. (Aprende más sobre los productos financieros).
Usa la renta variable solo para objetivos financieros de largo plazo (como la jubilación)
Por su parte, el interés compuesto es el encargado de multiplicar el dinero con el tiempo.
Imagina que ahorras 100€ al mes con una revalorización del 3% anual para vencer la inflación y obtienes una rentabilidad media del 8%.
Si empiezas a ahorrar a los 30 años, tendrás 280.000€ a los 70 años. Pero si empiezas a hacerlo a los 60 años, solo contarás con 11.000€ cuando llegues a los 70.
Estos son los cálculos según la edad a la que empieces a ahorrar estos 100€ al mes:
30 años 280.000€
35 años 185.000€
40 años 120.000€
45 años 80.000€
50 años 45.000€
55 años 25.000€
60 años 11.000€
Es por esta razón que necesitas empezar a ahorrar para tu jubilación cuanto antes. Más años de ahorro significan más dinero después.
Volviendo a tu jubilación (punto obligatorio de tu planificación financiera), hazla así:
- Sigue un presupuesto.
- Establece cuánto dinero quieres para tu jubilación.
- Determina tu capacidad de ahorro.
- Invierte en productos financieros adecuados para el largo plazo que, con tu capacidad de ahorro, contribuyan al dinero de tu jubilación.
De esta manera, no improvisas tu jubilación y disfrutas esa etapa de tu vida en la que las responsabilidades y los gastos disminuyen y tienes el dinero para ti.
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Agrega el ingrediente más importante a tu receta: la teoría de la responsabilidad decreciente
Con este ingrediente das garantía a tu presente y proteges tu futuro.
Das garantía a tu presente. Cuando eres joven, tienes muchas responsabilidades. Por lo tanto, necesitas algo que garantice el pago de tus responsabilidades, aunque no tengas ahorro. Aquí es cuando aparece el seguro de vida.
El seguro de vida te blinda contra situaciones que pueden afectar tus ahorros o tus capacidades para seguir trabajando.
Proteges tu futuro. Cuanto más rozas tu jubilación, menos gastos y deudas tienes, y, en teoría, más dinero disfrutas.
Pero tener dinero en la etapa de la jubilación no es cuestión de suerte ni se debe enteramente a la disminución de tus responsabilidades. Ocurre porque desde joven ahorras en tu plan de jubilación.
Ahora bien, supón que ahorras 100€ al mes. Tras 20 años, acumulas 50.000€ (si ahorras en un producto para el largo plazo).
Pero no todo es color de rosa. La vida es vida: los imprevistos pueden ocurrir. Por causa de una enfermedad o un accidente, puedes sufrir invalidez absoluta o permanente. Esto, te impide trabajar y te enfrentas a dos escenarios:
- Dejas de hacer aportaciones mensuales para tu ahorro.
- Te ves obligado a rescatar el dinero ahorrado para tus gastos actuales.
En cualquiera de los dos escenarios, tu futuro es aún más incierto: tus ahorros quedan sin protección y tu jubilación desaparece.
Por eso, tienes que ser una persona precavida e ir un paso adelante: contrata un seguro especial para proteger tus ahorros antes de que por un evento negativo los pierdas. En otras palabras, garantiza tu presente y asegura tu futuro.
Así, tu planificación financiera te permite cumplir tus planes y es a prueba de balas.
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